| Transcripción |
[...] De parte de Villadiego, a cuyo cargo estaba el hacer los libros de canto llano, conforme a lo concertado con él por los señores comisarios nombrados para este efecto en auto de tres de octubre de noventa y siete, se propuso que, aunque era así, que él se había encargado de hacer y dar acabados los dichos libros con las cualidades y condiciones que se le habían dado por escrito, y por los precios que con él se habían concertado, habiéndolo mirado y considerado, le parecía que no podría acabar los dichos libros por ser solo y haberle acudido negocios forzosos que no le darían lugar a ello y, aunque pudieran compeler al dicho concierto, no se trató de ello, respecto de que habiéndose entendido que dejaba el dicho Villadiego de su voluntad lo que había intentado, se ofrecieron personas que con más comodidad, mayores ventajas y en menos tiempo, los acabasen. Para lo cual, habiendo traído diversas veces a esta congregación muestras de pieles para los dichos libros, solfa, punto y letra, y letras iluminadas y quebradas de las personas que los querían tomar a su cargo, y habiendo cuadrado así las dichas muestras, como la comodidad con que se ofrecían a hacer los dichos libros, así en el tiempo como en parte del dinero, se ordenó y mandó que si las tales personas que a esto se ofrecían, que eran y son Lorenzo Rubio, músico de esta Santa Iglesia, y Gregorio de Quesada, apuntador y oficial, perito en este oficio, diesen fianzas abonadas de lo que con ellos concertasen los dichos señores comisarios, rescindiendo el trato hecho con el dicho Villadiego, se efectuase con los dichos Lorenzo Rubio y Gregorio de Quesada; para lo cual y para hacer de nuevo las escrituras con los dichos oficiales, con las condiciones y cualidades que en el auto referido, y las escrituras hechas con el dicho Villadiego se habían hecho, daban y dieron poder de nuevo, tan bastante cuanto en derecho era necesario, a los dichos señores comisionados doctor Dionisio de Ribera Flores, canónigo Francisco de Paz, racionero Juan Hernandez y racionero Ribero, para que concluyendo esta causa de una vez, sin volverla a esta congregación, se continuasen y acabasen los dichos libros, trayendo el concierto que así hicieren ante escribano, a este cabildo para que se vea, guarde y cumpla. Con lo cual y con haber tomado a su cargo los dichos racioneros la corrección del canto, apuntación de él y letra, a que se ofrecieron gratis, se acabó hoy este negocio. [...] |
