Transcripción |
[...] Concluido este punto, confirieron el modo que puede haber para que los niños monacillos no se pierdan y aprovechen no sólo en la música, sino también en las lecturas. Y viendo dichos señores que por las ocupaciones de su ejercicio no es posible asistan al estudio del colegio -porque cuando salen de los oficios ya no es hora de clase-, en esta consecuencia, movidos de caridad, determinaron darles estudios sin ir al colegio, asignándole a don Sebastian de Insaurrada cincuenta pesos de salario para que tenga el cuidado de enseñar a dichos niños la gramática. Y que estos cincuenta pesos se saquen del superávit, como todos los demás salarios que de hoy en adelante se hubieren de dar a ministros por atender a la Fábrica, en lo cual quedaron convenidos todos los mencionados señores. Y que, para los libros, se reconozca si los ochenta pesos que se daban al sacristán menor son o no de la plaza del sacristán mayor y, siéndolo, que se la restituyan a dicha plaza. Y, si no lo fueren, se costee de ellos el maestro de los monacillos. [...] |