Registro MEX 69000051    
Archivo ACCMM Archivo del Cabildo Catedral Metropolitano de México
Biblioteca Turriana de la Catedral de Mexico
Microfilm Biblioteca Turriana / CONDUMEX
Ramo Actas de Cabildo
Libro 25 Caja
Legajo Expediente
Folios 263-264
Fecha Acta 1701/04/04
Nombre ORTEGA Y MONTAÑÉS, Juan de; MALPARTIDA ZENTENO, Diego; VIDAL DE FIGUEROA, José; ORTIZ, Francisco Antonio; DIEZ DE LA MORA, Miguel; SARMIENTO DE VALLADARES, José; FRANCO VELÁSQUEZ, Diego; FIGUEREDO, Juan de; FUENTE, José Antonio de la; RIVERA MONTALVO, Lazael de; FELIPE QUINTO
Síntesis Memoria de la procesión y música por la jura del rey
Transcripción [...] Martes cinco de abril del año del señor de 1701. Hizo esta Santa Iglesia Catedral Metropolitana de México festiva pública, solemne demostración a la real aclamación y jura que el día antecedente hizo a la majestad del señor don Felipe Quinto, rey de las Españas, que Dios guarde muchos años.
El día antecedente, cuatro del dicho mes, amaneció la torre de dicha Santa Iglesia por todas cuatro partes, en sus veinte campaniles, adornada de banderolas y gallardetes, teas y luminarias prevenidas para la noche; y todo el ámbito de sus bóvedas y cimborrio, y en la cima de su linternilla una bandera en su asta con las armas de Castilla y León, que se dejaba ver y rebatir del aire en toda la ciudad y sus alrededores; el barandaje último sobre dicha torre, armado, y sus cuatro ángulos piramidales, y medio de varias invenciones de fuego, sin otros que en lo espacioso de su cementerio se repartieron. A las doce del día, día de dicha real jura, hubo repique de todas sus campanas y general en todas las demás iglesias, conventos, parroquias, hospitales y ermitas, que se repitieron a las vísperas y a los paseos del real estandarte y reales aclamaciones; y por accidente del aguacero que hasta ahora sobrevino, se quemaron los fuegos de dicha torre, con gozo y júbilo de todo el concurso, que al mismo tiempo atendía a las salvas y cargas cerradas de las compañías militares que en la plaza mayor disparaban. A las oraciones de la noche, repitieron los repiques generales, encendiéronse las teas y luminarias que con las de toda la ciudad iluminaron el aire y alegraron los ánimos. Amaneció el día martes cinco del dicho mes y se admiró la grandeza, adorno y lucimiento interior de dicha Santa Iglesia, riqueza, aparato y lustre para su solemnidad. Estaban colgados, de alto a bajo, los doce pilares de la nave mayor, desde el coro al altar, y capilla de los señores reyes, seis de cada lado de la colgadura rica de terciopelo carmesí y damasco con fleco de oro fino; los tres cuerpos del altar mayor de alto a bajo adornado de cera, candeleros y jarras de plata con ramilletes, [ilegible] blandones, jarras de plata y pedestales de cruz manga y ciriales, alfombrado ricamente todo el presbiterio.
A las nueve del día, vino a dicha Santa Iglesia el ilustrísimo y exelentísimo señor doctor don Juan de Ortega y Montañes, del Consejo de Su Majestad, arzobispo electo de este arzobispado, y pasó a su choro asistido de su venerable Deán y Cabildo. Y habiéndose juntado en dicha Santa Iglesia Su Excelencia, el Señor Virrey y demás tribunales, clero, religiones, cofradías con sus insignias, se ordenó la procesión del Santísimo Sacramento en la manera siguiente:
Iban por delante varios géneros de chirimías y trompetas y los gigantones; seguían los gobernadores, alcaldes y justicias de los indios de las gobernaciones de Santiago y San Juan, bien adornados y vestidos; la música de las chirimías de la muy ilustre archicofradía del Santísimo Sacramento de esta Metropolitana, todos los guiones y estandartes de las cofradías con sus rectores y oficiales; el rector y diputados de dicha archicofradía con vistosas ricas galas, botonaduras, cintillos y joyas o cadenas de oro al pecho, con sus cetros de plata en manos y el santo crucifijo de dicha archicofradía. Los pajes del Ilustrísimo y Excelentísimo Señor Arzobispo y los del Excelentísimo Virrey, en cuerpo con hachas encendidas. La cruz manga y ciriales de esta Santa Iglesia, numeroso y lucido clero con sobrepellices; el grave, docto y ejemplar cabildo eclesiástico con ricas capas de choro de tela blanca y oro, y debajo de palio, cuyas varas llevaban los capellanes de choro con sobrepellices; la custodia del Santísimo Sacramento con prestes, diácono y subdiácono del mismo cabildo. Y seguía el dicho Ilustrísimo y Excelentísimo Señor Arzobispo (mi señor), asistido de los señores deán, doctor don Diego de Malpartida Zenteno, y maestrescuela doctor don Joseph Vidal de Figueroa; y después, la familia de Su Excelencia Ilustrísima. Seguían ésta los soldados de la guardia del Excelentísimo Señor Virrey, los maseros de la Real Universidad, con buen número de maestros y doctores en todas facultades, con sus mucetas y gorras o bonetes con borlas, que remataba en el muy reverendo padre doctor y maestro en cánones y filosofía, Francisco Antonio Ortiz, decano en ambas facultades y religioso de la sagrada religión de la Compañia de Jesús, luego su vicerector; los maseros de esta muy noble leal y imperial ciudad mexicana, con su escribano mayor, contador, alguacil mayor, regidores y caballeros convidados; alcaldes ordinarios y corregidor, el capitán don Miguel Diez de la Mora, caballero del Orden de Calatrava. Remataban este acto la Real Audiencia con sus señores fiscales alcaldes de corte y oídores. Y el excelentísimo señor don Joseph Sarmiento de Valladares, conde de Moctezuma, del Consejo de Su Majestad, virrey gobernador y capitán general de esta Nueva España y presidente de dicha Real Audiencia, y toda su familia. Y habiendo dado vuelta dicha procesión por las dos naves procesionales (hecha mensión en el altar del perdón) al presbiterio, con repique de campanas general, música de la capilla, chirimías y órganos, fue colocado Su Divina Majestad en la custodia, sagrario de plata que está en su altar mayor, encendido de cera de alto a bajo por sus cuatro fachadas. Vueltos a sus asientos dichos príncipes y tribunales, y en los suyos las sagradas religiones y sus prelados, y la Excelentísima Señora Virreina y su familia, y señoras oídoras y de título, ante Su Excelencia, dicho Señor Virrey y Real Audiencia. Se solemnizó a tres choros con dos órganos, la misa y al Evangelio. Dijo el sermón a este asunto el señor doctor don Diego Franco Velasquez, medio racionero de esta Santa Iglesia, abogado de dicha Real Audiencia, consultor del Santo Oficio, cura propio que fue del sagrario de dicha Santa Iglesia y, en sede vacante, examinador, sinodal, provisor de los naturales y secretario de cámara y gobierno de este arzobispado.
Acabada la misa se cantó Salve y se encerró el Santísimo Sacramento. Habían concurrido en el cementerio las compañías militares del comercio, ricamente vestidos, que haciendo diferentes salvas reales al Evangelio sanctus yte misia est , y al salir Su Excelencia, el Señor Virrey, salieron marchando y se feneció este acto.
Luego, inmediatamente, salieron de dicha Santa Iglesia y subieron en coche de cuatro mulas, el pertiguero, acólitos, celadores, capellanes de choro , maestros de ceremonias, secretario de cabildo y señores medios racioneros, enteros, canónigos, dignidades y el Ilustrísimo y Excelentísimo Señor Arzobispo, a dar a dicho Excelentísimo Señor Virrey el parabien de la real jura de Su Majestad (que Dios guarde). Y habiéndose cumplido con esta función, fueron acompañando a dicho Excelentísimo Señor Arzobispo a su palacio, y volvieron para sus casas. Y para que conste y haya la debida noticia de este acto sin ejemplar, y que asistí y ví de todo lo referido, me mandaron dichos señores lo pusiese por testimonio en este libro. Y de su mandato lo doy en la ciudad de México, en cinco días del mes de abril de mil setecientos y un año, siendo testigos, don Juan de Figueredo, secretario y notario, Joseph Antonio de la Fuente y Lazael de Rivera Montalbo, vecinos de esta ciudad.
Observaciones
Fecha registro 2003/11/04
Fecha última actualización 2016/04/08
Referencia al Índice temático
Referencias bibliogáficas